lunes, 8 de noviembre de 2010

El robo legal cotidiano en Vigo

Paso ahora unos días de visita en mi Vigo natal, y pese al tiempo inclemente me gusta pasear y ver cómo cambia la ciudad. Así me encontré con una escena típica viguesa, que también a mí me tocó sufrir, como a tantos otros.

Eran las 4 de la tarde y paseaba por una calle estrecha pero que a esa hora no registra mucho tráfico, de hecho era fluido y los coches pasaban sin siquiera tener que detenerse a ceder el paso para sortear un coche aparcado en zona prohibida.

Pero allí estaban los agentes de Policía velando por la fluidez del tráfico, y ya lucían en los parabrisas del coche mal aparcado y de otro un poco más allá (también en "prohibido estacionar", pero definitivamente no causaba ningún problema al tráfico) sendas postales amarillas empapadas por la lluvia. Diez metros más adelante, el coche patrulla ocupaba toda la estrecha acera y la mitad de un carril, pero a ese no lo multaron.

Los agentes esperaban de pie al lado de los coches sancionados. Era gracioso ver que el que más molestaba era el coche patrulla, porque los otros esbaban en una parte que por ser un cruce era bastante más ancha la calle. ¿Qué esperaban los agentes? La completación de su obra: allí llegaba la grúa, y fue en ese momento cuando sí se formó un lio de tráfico; porque cada uno de los dos agentes cortó la circulación en cada uno de los sentidos de la calle para dejar maniobrar a la grúa. Como me desagradaba profundamente el espectáculo me fui, pero sé cuánto dura esa operación y probablemente el tráfico permaneció cortado por cerca de diez minutos, y pese a la hora que era seguramente se formaría un pequeño embotellamiento.

El resultado de la beneficiosa acción de esos valientes que velan por nosotros, por nuestra seguridad y nuestro bienestar, en este caso por la fluidez del tráfico en nuestras calles; fue provocar un atasco donde el tráfico fluía perfectamente, secuestrar un coche por cuyo rescate su dueño debería pagar 120€ (eso siempre que disponga inmediatamente del tiempo y del dinero para el rescate, porque la cantidad empieza a aumentar a partir de las primeras 12 horas), y cargarle con otro pago forzoso por infringir, sí, una norma, pero sin provocar ningún daño con ello (el coche multado no causaba ningún problema de tráfico).

A parte del hecho legal de que la retirada de vehículos es una medida excepcional que sólo se puede llevar a cabo si concurren una serie de graves circunstancias (como que el vehículo perjudique gravemente la circulación), cabe hacer la siguiente reflexión: ¿la acción policial ha supuesto bien alguno para el ciudadano? ¿O es por contra una acción que busca el bien de la empresa concesionaria del servicio grúa y del depósito municipal de vehículos?
En Vigo, la grúa engancha y retira una media de 33 vehículos al día, más de 1000 al mes. Es de suponer que muy pocos de estos vehículos son retirados legalmente, es decir cuando están causando grave daño a la circulación; cualquiera puede observar que basta que un vehículo esté estacionado en un área prohibida para que la grúa lo retire.

¿Qué es lo que supone esto, en la práctica? Estamos ante un secuestro de bienes legal, hecho con la violencia de las armas. La Policía abusa de su autoridad para secuestrar los bienes de los ciudadanos no sólo de modo inmoral, faltando a su condición de servicio al ciudadano, sino de modo ilegal, amparándose en la ausencia de denuncias ciudadanas contra estas retiradas ilegales. Aparte del secuestro de vehículos y el coste de su rescate, está la extorsión que supone la multa. Aunque con la ley en la mano esté legalmente justificada por ejemplo en el caso que he narrado, ¿con qué autoridad moral puede exigirse un pago forzado como castigo por algo que no ha causado daño? Y especialmente qué autoridad tiene para exigirlo una institución que descaradamente se dedica a buscar incautos a los que poder aplicar la ley para estos robos legales.