Hace algunos días se publicó en elpais.com, vocero del grupo de poder representado en el gobierno de España por el PSOE, un artículo que forma parte de la intensa campaña de este medio contra la emancipación del circuito capitalista de los pueblos de América Latina. Desde hace casi un año menudean en sus páginas –casi a diario- artículos que intentan desprestigiar, con mentiras y enfoques parciales, las políticas de Evo Morales en Bolivia o Hugo Chávez en Venezuela (el ataque mediático a Cuba es mucho más antiguo). El objeto del ataque en esta ocasión era la política educativa del gobierno de Chávez. El artículo sigue una estructura en la que se presentan las declaraciones de la responsable de Educación y los comentarios de diversos personajes opositores al gobierno, cuidadosamente escogidos, que muestran su temor a que “se adopte el modelo educativo cubano”, entre otras críticas y falacias. El objetivo del artículo es sembrar la alarma y la desconfianza en el lector español, cuya óptica se encuentra ya adulterada por el constante bombardeo de informaciones que presentan a Hugo Chávez como un dictador que dirige Venezuela con un régimen totalitario o casi, y que en cualquier caso hacia ello tiende.
Lo que nunca nos recuerda “El País” es que Hugo Chávez cuenta con el apoyo de una inmensa mayoría de los ciudadanos, apoyo que siempre va en aumento y se afianza en cada proceso electoral. Tampoco nos cuenta a qué se debe esto, es decir las cifras de crecimiento económico de Venezuela que sitúan a este país a la cabeza del continente en este apartado, seguida de cerca por Cuba. El pánico de los grupos de poder cuya voz oímos a través de las páginas de “El País” y otros diarios es, sin duda, fundado, y la labor de los medios a sus órdenes de preparar a la opinión pública europea para aceptar como necesaria una intervención de cualquier tipo (del amplio repertorio de métodos de derrocamiento con que cuenta el Poder) en Venezuela es muy comprensible. Pero de este artículo me interesa comentar la cuestión de
El artículo intenta infundir el terror a la posibilidad de que el gobierno de Venezuela “adoctrine a los niños en el socialismo” (sic). De esta frase hay dos consideraciones que hacer: primero, que todo proceso de cambio de valores es lógico que se haga educando desde la cuna, es necesario que los individuos crezcan con los nuevos valores, pues el individuo maduro es muy difícil que cambie los suyos. El usar el argumento de “adoctrinar” unido al sensible grupo de los “niños” contando con su carácter de inocentes para acentuar el horror del lector es un recurso mezquino y sobre todo falaz, pues como he dicho es el modo correcto de educar, si es de lo que se trata. ¿Qué sentido, y sobre todo qué probabilidad de éxito, tiene educar a los adultos? La segunda cuestión es la clave: ¿Qué se entiende por “adoctrinar”? Y ¿por qué un sistema socialista es dañino si “adoctrina” a sus ciudadanos?
Planteémoslo así: lo que hacemos nosotros en nuestras escuelas, con respecto al racismo, la religión, el respeto a la propiedad privada, la seguridad vial, es educar. Lo que hace el socialismo, con respecto a la solidaridad, al esfuerzo colectivo, al racismo, a la libertad de culto, es adoctrinar. ¿Cuál es la diferencia, que hace que la educación en unos valores casi idénticos merezca palabras tan diferentes (“educar” tiene connotaciones positivas, “adoctrinar”, negativas)? La respuesta es muy sencilla, es la misma que responde a por qué uno que pone una bomba al paso de un convoy estadounidense es un terrorista fanático islamofascista y uno que hizo lo mismo ante el paso de una brigada de soldados alemanes en la ocupación de París en los 40 es un partisano, un luchador por la libertad, un héroe: los buenos somos nosotros, los malos son “los otros”.
La lectura que se extrae de lo expuesto en el artículo es que el gobierno de Venezuela no tiene derecho a educar a su sociedad en los valores que inspiran su actuación y su modelo de organización –como hacemos nosotros con los valores del capitalismo pero no en las escuelas, sino a través de la cultura de masas: la publicidad, el cine, la moda, el glamour, etc., método mucho más eficaz y sobre todo que pasa por “ejercicio de libertad”, cuando en realidad se trata de un muy estudiado mundo artificial que configura las conciencias de la sociedad en que se propone, como demostraron Lacan y Louis Althusser en sus estudios en los años 70 del pasado siglo-, porque educando en valores del socialismo lo que crean es una sociedad esclava, cegada por el pensamiento único, que controla las conciencias de sus miembros.
La realidad es sin embargo muy diferente, lo que inspira la campaña de El País y todos los medios de prensa occidental cuando tratan el tema son otras razones muy distintas. La clave está, como ya he apuntado, en que lo que alarma a occidente no es que Venezuela “adoctrine”, pues ésto lo hace occidente aunque lo niegue; lo que alarma es que eduque en valores que son contrarios a los suyos, y que de extenderse a otras sociedades pondría en peligro el orden burgués que consiente la jerarquía de poder existente. Esto ha sido y es la batalla en la que se estremece el mundo desde el emerger de la burguesía como clase triunfante y el nacimiento del nuevo régimen con
Decía más arriba que los valores que se enseñan en el socialismo y los que enseñamos nosotros en nuestras escuelas son casi idénticos, y de hecho lo son. Pero hay una diferencia sustancial: en occidente esa educación es hipócrita. Hagamos un repaso: se educa a los niños a execrar el racismo, a considerar a las otras razas nuestros iguales. Es una labor muy loable. Pero sucede que ese niño crece, y un comienza a ver telediarios, películas, y a forjarse sus propias conclusiones. Y ve en las películas a malísimos comunistas que torturan atrozmente a Rambo. Ve en las noticias a bárbaros irakíes que celebran con gran jolgorio la voladura de un vehículo blindado, vejando los cadáveres de nuestros soldados. Es una verdad demostrada por la psicología que el ser humano tiende a dar más credito a las opiniones que se forja él mismo por su propio análisis de la experiencia que a las que le son dadas por otros. ¿Cuál será el sentimiento de este nuestro niño respecto al “otro”, después de estos dos modelos de educación que hemos visto? La verdadera educación en occidente es a través de la comunicación de masas, y en ésta el Poder se cuida bien de enseñar muy otros valores que los que los paladines de
Se podrían citar una infinidad de ejemplos de “des-educación” del ciudadano: la caridad y solidaridad aprendidas en la escuela frente a los slogans de la publicidad que incitan al lujo, etc. Y ¿cómo es la educación en un país socialista?
Aquí me cubro de la autoridad de hablar de primera mano y con el conocimiento directo que he podido adquirir durante mi período de residencia en Cuba, estudiando justamente estos aspectos y otros de la sociedad socialista cubana. En Cuba, el proceso dialéctico de descenso a partir de los valores que según su doctrina deben inspirar el actuar del ser humano hasta este actuar en la vida cotidiana es perfectamente consecuente. Es un sistema franco y sin contradicciones. El sistema cubano reconoce sin pudor que el suyo es el único que tolera, y que persigue la disidencia. Tanto la televisión, como el discurso político que inspira el actuar de las instituciones, reproducen fielmente los valores del socialismo. En las escuelas se enseña igualdad, solidaridad, desapego de lo material, desprecio total de la violencia, el valor supremo de la educación y la cultura... y el Estado rige la vida pública siguiendo exactamente esos valores: se intenta igualar el nivel económico de la población, se condenan las guerras, se promueven programas de ayuda humanitaria (Cuba manda médicos a Venezuela y otros países afines) y todo tipo de actividades culturales gratuitas... No quiero en absoluto hacer una alabanza del sistema cubano, pues falla en lo esencial, que es en lo que se refiere a respetar la libertad del ciudadano, y esto invalida todas sus virtudes porque donde no hay libertad no se puede vivir. Pero una cosa le reconozco y le envidio: su absoluta sinceridad y transparencia frente al ciudadano, y su coherencia respecto a sus valores. Hago notar también que en este análisis somero he tomado en consideración un Estado cubano ideal. Hoy en día, la descomposición del régimen provoca numerosas contradicciones, pero ello no tiene su origen en el actuar del Estado, sino en el de sus enemigos. Aún así, salvo las verificables lagunas, sigue funcionando (o intentando funcionar) como he descrito.
Desconozco cómo es el modelo de educación que propone el gobierno de Chávez. Pero puedo suponer que se parece al cubano. Si es así, suscribo completamente la reforma, ya que comparto los valores del socialismo.
Queda una cuestión por dirimir. Inicié este artículo hablando de las contradicciones de
Hemos visto que el artículo pretende sembrar la alarma, y tachar el proyecto educador venezolano de “adoctrinamiento” y de práctica totalitaria. Hemos visto que se disfraza de “alerta” ante ataques a la libertad cuando en realidad se trata de un intento de devaluar el sistema enemigo, inscrito en un corpus de artículos del mismo género que se vienen publicando desde hace meses. Y hemos mostrado el planteamiento falaz que propone, describiendo cómo el adoctrinamiento se dá con más fuerza y eficacia entre los que expresan esta crítica que en los criticados. Si el lector acepta las explicaciones que le ofrezco, llegados a este punto del razonamiento, le planteo la siguiente pregunta:
¿Respetan las Democracias occidentales el derecho de los pueblos a organizarse en otro modo que no sea la sociedad de consumo capitalista? Y ¿Se puede conjugar una inexistencia de este respeto con declarar
Es necesario que los demócratas se hagan estas preguntas, y que reflexionen, a la vista de la actuación de las instituciones democráticas, sobre su propio sistema y lo que éste significa. La libertad de un ser humano comienza por conocer aquello en lo que cree y los valores que guían su actuar. Los verdaderamente suyos, claro.