lunes, 16 de abril de 2007

RECTIFICACIONES DE XURXO VENTOS

Escribo este artículo para dar cuenta a mis lectores de una gravísima contradicción entre mis principios y mis consideraciones expresadas en el artículo “Los Mass-Media, la Conciencia, la Libertad... y Jesulín”, de la que supongo que muchos de los que me leen se habrán dado cuenta, y con razón habrán quedado decepcionados leyendo esas consideraciones erróneas. Con este artículo espero redimirme con ellos, disculparme y aprovechar lo malo (el error) para ofrecer algo bueno a mis lectores: el análisis de mi contradicción y lo que me llevó a ella, a objeto de que los lectores puedan reconocer procesos parecidos en sus análisis, y corregirlos.

El artículo, en sumaria síntesis, viene a decir que la libertad de los medios de comunicación (y del uso que el público hace de éstos) es usada por el Poder para controlar la sociedad, por medio de la instauración de unos valores y una línea de pensamiento de la mayoría, y analiza cómo se desarrolla este proceso. Me reafirmo en este análisis, cuya certeza he alcanzado tras el estudio de la sociedad y el cotejo de estudios de otros intelectuales. La afirmación de que no existirá verdadera libertad mientras exista este Poder que la transforma en servicio a sus intereses es una apreciación toda mía –en la que coincido con los teóricos del Anarquismo- que infiero de aquel análisis de la sociedad.

Inmediatamente tras el análisis, paso a mi propuesta acerca del tema de la libertad de opinión en los medios, y aquí hallaremos la contradicción.

Comienzo describiendo la situación ideal en la que se podría confiar en que el público no sucumbiese al control mediático, por haber éste recuperado su conciencia crítica, y describo cómo es posible llegar a este punto: a través de la lectura y la actividad crítica, cuyos impulsores serían en primera instancia los intelectuales –que presuponen por su condición el respeto a la libertad del público a considerarles o no-, por ser quienes teniendo esa conciencia crítica pueden despertarla en quienes no la tienen. “Hay mucho trabajo por hacer”, digo. Y a esa tarea consagro mi tiempo, y hasta aquí me he movido dentro de mis principios. Entonces salta la contradicción:

“Hasta entonces [cuando el público recupere la conciencia crítica], abogo por el control del Estado de los contenidos, ya que la falta de control supone el control de las empresas, es decir del Poder”. Esta afirmación entra en flagrante contradicción con dos de mis principios básicos:

1. Rechazo de toda forma de poder. El control del Estado, aunque en teoría (utópica, señalo a continuación en le artículo, otro disparate) sea una oposición legítima al Poder cuyo fin es la libertad, supone la instauración de otro poder, que por su naturaleza es negativo. Se trata de una contradicción del tipo “la Guerra por la Paz” o los “militares en misión de paz” que tanto he criticado en anteriores artículos. ¿Quién sería este Estado que controla los contenidos? ¿Qué criterios seguiría? Sería un poder, y sin duda se integraría en el Poder.

2. La libertad es un derecho inviolable y primordial, segundo tras el derecho a la vida. El no confiar en el público, privarle de la libertad de consumir la información que desee, por cuanto dañina y esclavizadora pueda ser, supone una contradicción gemela a la anterior: se rechaza la falta de libertad con una falta de libertad. (*)

Por tanto, me desdigo de esta propuesta y declaro como única via de solución al problema del control mediático la actividad crítica compartida con vistas a despertar en toda la sociedad la conciencia crítica destruída por la actividad manipuladora de los medios y alienadora de la dinámica social burguesa.

Ahora quisiera, brevemente, analizar las razones que pudieron llevarme a contradecirme.

En primer lugar creo que tuvo bastante que ver el hecho que el artículo es una respuesta a un lector, y por tanto la iniciativa de escribir no me vino por una reflexión mía, madurada en mi interior y luego expresada en un texto, sino que la dinámica fue –como siempre hago en mis respuestas- ir razonando a medida que voy escribiendo. Creo que al final del artículo, tras el extenso análisis, me encontraba en un callejón sin salida, con mucho texto detrás y ninguna respuesta al planteamiento del lector. La opción correcta, consecuente con mis ideales, me parecía “blanda” o insuficiente tras lo dicho, y creo que suponía que el lector podía esperar una propuesta más contundente tras una exposición en ese tono.

Pero nada de esto justifica contradicción tan aberrante. La razón última creo que sea que, simplemente, me dejé arrastrar por “la parte pasional” del espíritu, por el corazón, por usar una metáfora de larga tradición. Este es un error muy común, y de nefastas consecuencias. Tan sólo considérese si yo fuese un mandatario y me dejase arrastrar hasta el punto de aplicar tales ideas. Es lo que le sucede a Fidel Castro en Cuba, por ejemplo. Castro es un intelectual que ha hecho su análisis y ha llegado a certezas, pero ha equivocado el método de lucha. No es coherente con sus principios. Quisiera liberar al mundo del capitalismo, pero en su intento él mismo se convierte en un elemento opresivo.

La desesperación que fue creciendo en mi interior al narrar la grave situación de la sociedad me produjo frustración e impotencia, y me llevó a tomar una postura violenta e incoherente. Espero que la lectura de la narración que hago de este proceso sirva al lector para identificar procesos parecidos en su toma de posiciones respecto a temas de actualidad, y pueda corregir incoherencias con sus principios y otras desviaciones del discurso lógico, así como reprimir posicionamientos pasionales que desvirtúan completamente cualquier análisis (por ejemplo, sobre la condena a De Juana por publicar unos artículos, opinando sobre lo cuál tanta gente sacaba una y otra vez el tema de sus asesinatos; o sobre la dudosa constitucionalidad de la Ley de Partidos, donde muchos se dejan dominar por el odio por los terroristas y mezclan a ETA con los ciudadanos vascos privados de la posibilidad de votar, etc.).

(*) = Estos principios míos no los encontrará el lector en mi declaración de principios de hace casi un año. Como advierto en ese documento, es justamente el perfilar mis principios uno de los objetivos de este blog, y tras un año de andadura puedo decir que he conseguido mucho en esa línea. Con motivo del primer aniversario de los “Escritos Corsarios”, a finales de este mes, publicaré una nueva edición que incluirá estos principios enunciados hoy, entre otros.

3 comentarios:

MR dijo...

Hola Xurxo,
Las contradicciones (sin haber leído el artículo en su enteridad) son maravillosas para ampliar y reforzar la imposibilidad de no contradecirnos nunca.
Ya volveré cuando tenga más tiempo para leer con cuidado el artículo y de qué se trata la contradicción. Entre tanto, tenía dos preguntas: cuál es la política de Elpais.com, que ahora son dos veces que no han publicado un comentario mío, que no fueron objetables--a mi parecer--. Y la segunda pregunta tiene que ver con los popups en tu blog! Los programaste tú, o vienen del sitio del contador en tu blog?
Bueno, hasta pronto,
Anta.

MR dijo...

Estimado Xurxo,
En primer lugar, quiero felicitarte por tu empeño intelectual en lo sociopolítico y el esmero con que escribes. Espero hacer justicia a tu argumento y contribuir algo al tema. Lo que ofrezco aquí es otro punto de vista y bueno, ya me dirás lo que opinas:
Tus artículos encubren varios temas a la vez, y es cierto que todo viene vinculado al final, pero al mismo tiempo es muy peligroso dejar enmarañarse todo (o en otras palabras, complicarse la vida): veo más contradicciones en estos tres artículos que la que nos señalas con tu propia reseña y análisis de tus escritos y el razonamiento que te llevó a contradecirte. Es que al hablar del Poder con la "P" mayúscula, estableces una visión maniqueista de la sociedad, agrupando todas las entidades de poder en el mismo grupo; de igual manera, pareces inferir que todos los lectores de los mass-media no son intelectuales. Yo, como producto de la inmigración-y por tanto del capitalismo-no considero productivo semejante ejercicio de ponerle etiquetas que estratifiquen la sociedad y sus componentes. Más bien, veo todo a través de una óptica mucho más variada, porque en un mundo multicultural (en mi caso, con influencias norteamericanas, asiáticas, europeas y latinoamericanas), el poder viene en tantas formas, el respeto se demuestra en otras tantas, luego siempre hay pequeños gestos que dan lugar a los malentendidos. Con lo cual quiero subrayar la importancia de las contradicciones y el misterio de su persistencia en la experiencia humana. Volviendo a una pregunta que hice tiempo ha, sobre lo factible que era ser consecuente (aunque fue en otro contexto), creo que nuestro deber como seres humanos consiste en considerar multiples posibilidades y respetarlas, luego seguir respetándolas aun cuando elegimos otro camino.

Así que, en principio, estoy de acuerdo con tus ideales, quizás donde difiero es en mi rechazo de etiquetas a grosso modo y mi insistencia en la pluralidad de las definiciones. Pasolini, al fin y al cabo, era todo una contradicción de términos y esto les habrá hecho quebrarse el cerebro a muchos, lo cual, a mi modo de ver las cosas, está muy bien, con tal que uno siga siga sus propias convicciones.

Xurxo Ventos dijo...

Querida Anita,
Te agradezco mucho tus comentarios, que como en otras ocasiones plantean temas interesantísimos. Te respondo primero al segundo que has dejado.
Sobre mis artículos te digo que, como cualquier escrito dirigido a un público, no están exentos de un cierto “pacto” entre emisor y receptor. Quiero decir que quien me lee ya sabe lo que se va a encontrar (me refiero al estilo, tono y demás, no al contenido), y si me lee es porque acepta el “pacto”, o sea mi modo de expresarme. Aunque yo no lo haya declarado todavía concretamente, a lo largo de casi este año de Escritos Corsarios he establecido un método de exposición y desarrollo de ideas, así como una intencionalidad o finalidad de mis artículos. Creo que perfilando todo ello un poco responderé a alguno de los temas que planteas.
Mi método de análisis de la sociedad es el método científico, aplicado a realidades que tienden a sustraerse al mismo. Sin embargo, yo estoy convencido de que el raciocinio humano es capaz de categorizar e interiorizar las realidades más varias e inestables: el de todos los seres humanos, incluidos aquellos dotados de una inteligencia más rudimentaria. Más que una inteligencia superior, es necesaria una cierta costumbre y soltura en aplicar el método científico para tener éxito en el intento de colegir la realidad. Esto supone ser capaz de construir estructuras mentales complejas, relacionadas por concatenaciones de tipo causa-efecto, y todo ello regido por la lógica. Hace falta memoria, sentido lógico, capacidad de abstracción… Y yo creo que todo esto lo posee cualquier ser humano; es lo que a veces refiero con la “etiqueta” (luego hablo de ellas) “conciencia crítica”, que serían todas estas facultades y habilidades funcionando articuladamente a fin de “colegir” la realidad.
Pero sucede que el 99% de los seres humanos no utiliza estas habilidades propias de su condición. No le hace falta… inmediatamente, a corto plazo, y a nivel individual o microsocial. Sin embargo, yo creo que si la mayoría de los hombres las utilizasen, este mundo sería mucho mejor para todos, tan mejor que ni siquiera podemos imaginarlo.
Mis análisis y mis artículos intento que sean un ejemplo de uso riguroso de todas estas facultades, a fin de que los lectores se ejerciten en el uso del método científico aplicado al análisis de la realidad social y cotidiana. Porque creo que si ello se extiende, el ser humano evolucionará y será capaz de resolver los problemas que lo acucian. Y aquí llegamos al Poder y podría hablar de esto durante días enteros, pero mejor que me ciña a lo que planteas.
He dicho que la realidad es varia e inestable. Tú me dices que mis artículos enmarañan varios temas dispares, que reduzco la realidad encajándola en etiquetas falaces, y que caigo en contradicciones. Todo ello es cierto, estoy de acuerdo. Sólo puedo decir para justificarme que lo hago lo mejor que puedo: intento ser claro, no dejar resquicio a la ambigüedad, descender de un modo lógico desde un principio hasta una conclusión construyendo una lógica lo más perfecta posible, y sobre todo intento siempre llegar a la verdad. Una verdad en sus dos vertientes: la lógica, es decir que toda la estructura sea correcta y acorde con sus normas (se trata de una verdad interna al propio lenguaje) y la del nivel significativo, es decir que la relación entre lo que digo y la realidad sea constatable (una verdad externa al lenguaje, y esta es la conflictiva pues es la que se relaciona con esa realidad varia e inestable).
De mi intento se hace presente el conflicto entre lenguaje y realidad. Sobre esto se han escrito ríos de tinta, y es uno de los temas más animados de la filosofía ahora mismo. Lo que parece claro a todos los que se han ocupado del tema es que el lenguaje es, por definición, falaz; y que es un instrumento que no alcanza a abarcar la compleja realidad exterior del ser humano, y mucho menos la interior (sobre esto escribió Bécquer unos poemas maravillosos). Y todas las palabras o sintagmas son también “etiquetas”, querida Anita, y en mis exposiciones tengo que recurrir a veces a estas burdas simplificaciones para no hacer los artículos más quilométricos de lo que ya son. En particular sobre la de “Poder”, por su centralidad, he anunciado varias veces que publicaré un extenso artículo para perfilarla perfectamente e intentar abarcar esa realidad hasta donde el lenguaje me lo permita; de momento no he tenido tiempo, date cuenta de que necesito un trabajo titánico de estudio para no caer en la demagogia sobre un tema tan delicado.
En definitiva, para colegir la realidad sólo disponemos del lenguaje, aunque sea imperfecto e insuficiente. Mi intento es, simplemente, hacerlo lo mejor posible.
Dejando la filosofía y retornando a lo concreto, al principio de mi exposición te hablaba de mi “pacto” con mis lectores. Bien, éstos aceptan que mis exposiciones serán científicas, poco divertidas, muy concretas evitando siempre el aforismo y la generalidad ambigua. A mí me parece muy bien que haya quien escribe sobre actualidad impregnándolo todo con su espíritu exuberante, me gusta incluso leerles. Pero su intención es diferente a la mía, y también lo que buscan sus lectores leyéndoles. Con esto quiero decirte que si quieres leerme has de aceptar mi método, de otro modo la lectura no te resultará ni agradable ni productiva: acabarás disgustada, enfadada. Te digo esto porque intuyo que tú eres una persona con una gran sensibilidad artística, y esta sensibilidad se la relaciona desde el Romanticismo con lo radicalmente individual y lo irracional, cosas contra las que lucho en mis artículos. No porque niegue ese carácter de lo artístico, sino porque mis artículos no son arte: son análisis social. Y creo firmemente que para solucionar los problemas del mundo lo que hace falta es raciocinio y lógica, no exuberancia de la individualidad irracional. Con esto y lo dicho antes sobre la estructura lógica justifico mi voluntad de erradicar las contradicciones en mis artículos.

Respondo ahora brevemente a tu pregunta sobre “El País” –a lo que me planteas sobre los pop-ups respondo en un artículo en el blog-. Mi respuesta es, como en todo lo que escribo, mi apreciación personal, a la que he llegado tras una atenta lectura y un estudio científico de este diario. Te agradezco la confianza que depositas en mí haciéndome esta pregunta, pero mi consejo es que leas mi respuesta con la misma cautela y escepticismo con la que hay que leer “El País”, y con tu propio estudio –del que la lectura de mi respuesta debe ser sólo una parte- saques tus conclusiones.
Que “El País” no te haya publicado algún comentario no me sorprende. La sección es un espejo de la llamada “dialéctica del Poder” (esta es de Focault), es decir el movimiento de fuerzas en conflicto pero dentro de unos cómodos límites. Quiero decir que admiten críticas, pero sólo aquellas que o están dentro de lo aceptable (que no replantean la cuestión desde la base) o simplemente carecen de autoridad por su violencia o parcialidad manifiesta. Así, “El País” pasa por fiel reflejo de virtudes democráticas, afianza su imagen de diario independiente, etc., y la sección por reflejo del vivo sentir de la sociedad española en toda su pluralidad. La realidad es que es una construcción irreal concienzudamente perfilada con el oscuro fin de manipular la opinión de la sociedad hispanohablante.
La política editorial de “El País”, la corriente de pensamiento que trata de infundir en la sociedad, salta a la vista con una lectura crítica de sus artículos. Se trata de la misma postura del PSOE, es decir: económicamente neoliberales (la teoría económica de la derecha moderna), demócratas fundamentalistas (adoptan la democracia como una ideología, en lugar de como un sistema de organización, y lo imponen), y laicos en cuanto a la cuestión religiosa (donde reside su falsa “izquierda”, lo que la gente afín a la derecha llama despectivamente “ser progre”). Ideológicamente son occidentalistas, xenófobos (en el sentido etimológico de “fobia por lo de fuera”) en sus consideración del mundo islámico y la realidad hispanoamericana, y por todo ello filo-USA, que es el summum de todos estos valores (a pesar de mostrarse ferozmente críticos con la guerra de Irak, ello responde únicamente a su compromiso con el PSOE en contra del PP).
Un abrazo y muchísimas gracias, sigue planteando temas tan estimulantes, los lectores y yo te lo agradeceremos!